Viernes, 13 de Junio de 2014 10:31 | Escrito por Angley Vivas |
El pasado 11 de mayo falleció una de las más destacadas docentes del país,
la doctora Ruth Lerner de Almea (1926-2012), quien fue uno de los pilares de la educación venezolana durante el período 1958-1998 y realizó importantes aportes para el desarrollo de la nación.
Nacida el 6 de octubre de 1926 en Noveselitz, Besarabia, actual República de Moldova, Ruth Lerner llegó a Venezuela en el año 1928 y a lo largo de 84 años dedicó su vida a trabajar por el país que la acogió y le brindó oportunidades para su desarrollo profesional y personal.
Nacida el 6 de octubre de 1926 en Noveselitz, Besarabia, actual República de Moldova, Ruth Lerner llegó a Venezuela en el año 1928 y a lo largo de 84 años dedicó su vida a trabajar por el país que la acogió y le brindó oportunidades para su desarrollo profesional y personal.
Su amplia trayectoria en el ámbito de la docencia inició en el año 1936 cuando comenzó sus estudios en el Instituto Pedagógico de Caracas. Allí tuvo importantes profesores como Augusto Pi Suñer, Olinto Camacho y Humberto García Arocha. Egresó en la tercera promoción del Instituto Pedagógico de Caracas como Profesora de Biología y Química.
Su primer cargo como docente lo ejerció en el Liceo Aplicación de Caracas. Posteriormente trabajó en el Liceo Fermín Toro y en la Universidad Central de Venezuela.
En el año 1948 se instaló la dictadura de Marcos Pérez Jiménez en Venezuela, y aunque Ruth Lerner de Almea y su esposo José Almea no militaban en ningún partido político, si tuvieron un papel relevante en la defensa de la democracia. Ambos fueron colaboradores de la clandestinidad que luchaba en contra del dictador, y prestaron su hogar para ocultar a perseguidos políticos como Leonardo Ruiz Pineda y Alberto Carnevalli.
Sus convicciones democráticas llevaron a la pareja al exilio en México en el año 1952, donde conocieron a Rómulo Gallegos y a Andrés Eloy Blanco. De allí pasaron a El Salvador, en este país centroamericano la doctora Lerner de Almea se desempeñó en la formación de profesores de educación secundaria en el Escuela Normal Superior de San Salvador. Posteriormente, en 1955 se trasladó a Honduras y fue nombrada primera directora de la Escuela Superior del Profesorado Francisco Morazán en Tegucigalpa.
Caída la dictadura de Pérez Jiménez, el matrimonio Lerner Almea regresó al país. En el año 1959 Ruth Lerner de Almea fue directora del Instituto Experimental de Formación Docente. En el año 1963 fue designada jefe de la División Técnica de la Dirección de Educación Secundaria, Superior y Especial.
En el año 1965 llegó a la Unesco, en París, para realizar estudios de postgrado en el Instituto Internacional de Planeamiento de la Educación.Dos años más tarde regresó a Caracas y hacia el año 1974 fue designada viceministra de educación.
Su papel dentro de la Fundación Gran Mariscal de Ayacucho (1976) fue de gran relevancia, porque tuvo la responsabilidad de sentar las bases y delinear las políticas y programas de este ambicioso proyecto que abrió las puertas de la educación a toda una generación de venezolanos y especialmente a estudiantes de escasos y medianos recursos.
Ya
en la década de los ochenta, Lerner de Almea regresó a la Unesco para
trabajar como directora de becas de ese organismo, al concluir su labor en París fue nombrada Ministra de Educación (1984), cargo que ejerció por 1 año. A su paso por el Despacho de Educación, impulsó importantes proyectos, entre ellos la elaboración del Reglamento de la Ley Orgánica
de Educación.
de Educación.
La doctora Lerner de Almea también se desempeñó como asesora de la Universidad Nacional Experimental Simón Rodríguez, presidenta del Consejo Nacional de Educación, embajadora de Venezuela ante la Unesco, presidenta del Grupo de los 77 (Capítulo Unesco), presidenta del Consejo de la Oficina Internacional de Educación.
De
igual manera, su amplia experiencia y conocimientos quedaron plasmados
en 14 libros e innumerables artículos que publicó a lo largo de su vida. Así lo refleja el semanario Nuevo Mundo Israelita: “Las ideas que defendió sobre la formación de los docentes, su contribución a la trasformación y democratización del sistema educativo venezolano, su
experiencia de toda una vida al servicio de la educación, quedan plasmadas en 14 libros y en numerosos artículos aparecidos en la revista Educación, importante vehículo de difusión del pensamiento de los educadores venezolanos, lamentablemente descontinuada. Además,
contribuyó con muchas otras publicaciones donde destacan las relacionadas con la defensa de la igualdad de la mujer, la importancia de su participación en la docencia y su situación en América Latina”.
A lo largo de su vida recibió innumerables reconocimientos como el Doctorado Honoris Causa por la Universidad de Miami (1979), el Premio Internacional de Educación Andrés Bello de la OEA (1988), Medalla Comenio (Premio Internacional de Educación Unesco, 1996), Orden Mérito al Trabajo en primera clase, Orden del Libertador en su primera clase, Orden de las Palmas Académicas en el grado de Oficial, por el Ministerio de Educación Nacional de la República Francesa, entre otros.
Doctorado Honoris Causa
Su alma mater, el Instituto Pedagógico de Caracas, le confirió en el año
1990 el título de Doctor Honoris Causa, en reconocimiento a su dilatada y fecunda labor y por las acciones que realizó para consolidar a la UPEL durante su gestión como ministra. Efectivamente, cuando ejerció el máximo cargo en el ámbito educativo, la doctora Ruth Lerner de Almea
encomendó importantes misiones a esa Universidad, tales como su participación en el Comité Ejecutivo de Formación Docente y la Dirección del Programa Nacional de Formación Docente.En aquella ocasión, Ruth Lerner de Almea manifestó en su discurso de orden:
“La
crisis de valores de la sociedad actual impone a la Universidad
Pedagógica Experimental Libertador la asignación de nuevas responsabilidades en la formación de sus docentes. Persuadidos como estamos del papel fundamental que tienen el docente y la educación en la transmisión de los valores permanentes de la sociedad ya que actualmente no son sino parcialmente cubiertos por la familia, la
religión, y por los medios de comunicación, consideramos que el papel del sistema educativo es y debe ser trascendental en esta delicada materia. En tal sentido, nos movilizamos dentro de una dualidad, ya que por una parte el sistema es innovador en cuanto se refiere a la transmisión de las nuevas fórmulas para acelerar la adquisición de los
aprendizajes pero debe mantenerse firme en la conservación de los valores de la sociedad. Cada docente, independientemente de la modalidad en la que trabaje, debe ser un portavoz de los valores éticos. Cualquier asignatura se presta para enfrentar la justicia a la injusticia; la honestidad a la corrupción; el sentimiento igualitario a
la discriminación; la; la solidaridad al individualismo y, en general, evitar los enfrentamientos entre los seres humanos que llegan a la violencia, la tortura, la guerra y la aniquilación de los mismos, cuando se olvidan los valores fundamentales del hombre”.
Paulina Gamus selañó en su artículo Ruth Lerner de Alema, vivir para los otros que “Ruth eligió la carrera de la docencia para ejercerla mucho más allá de una simple profesión. Enseñar fue su misión primaria y perenne y lo hizo no solo en forma directa en el aula, sino en todo lo que escribió, planificó y realizó a lo largo de su vida”.
Los aportes que la doctora Ruth Lerner de Almea realizó a Venezuela, a la educación, su pensamiento y defensa de los valores fundamentales, se mantiene vigente y trascienden en el tiempo. La Universidad Pedagógica Experimental Libertador se siente orgullosa de haber tenido entre sus aulas a esta valiosa mujer y la recordará por siempre.
Fuentes:
El imponente legado de Ruth Lerner de Almea, Revisa Nuevo Mundo Israelita, 12 de junio 2014 http://www.nmidigital.com/secciones.php?id=2&top_id=14478&s=10
Ruth Lerner de Almea, vivir para los otros, Revista Nuevo Mundo Israelita, 12 de junio de 2014, http://www.nmidigital.com/secciones.php?id=4&top_id=14466&s=10
Doctorado Honoris Causa, Noticiero Pedagógico. Año VIII marzo-abril 1991.
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